#10 · Puerto Guirina, Benalmádena
Semana de networking y perritos lindos con visita a Benalmádena incluida.
En el último episodio…
La semana pasada hablamos de eventos tecnológicos, de guiris y de la semana santa. Esta semana hablamos de networking síncrono y asíncrono, de barcos viejos y de Marruecos.
El networking asíncrono
El martes a última hora encontrábame yo trabajando tranquilamente en Monday cuando acercóseme un amable señor y preguntóme si caso dispondría yo de un minuto. Miré mi minutero y comprobé que, efectivamente, dispondría de incluso dos, así que dispuseme1 a finalizar mi tarea y dirijime2 a su despacho.
Este señor tan amable who shall remain nameless me comentó que me encontró navegando por la web de una academia que conoce, Codespace, donde salgo (o salía) listado como profe; de ahí llegó a mi Twitter y vio que tengo la “oficina” en el mismo sitio que él (¡qué pequeño es el mundo!) – grata casualidad, puesto que él necesitaba una web y quien escribe las confecciona en su taller (y en casa, a veces)
En ese momento me di cuenta de que, probablemente, en mis últimos ~10 tweets hablo de una o varias de las siguientes cosas: videojuegos, comida, lo linda que es mi novia, más comida, un par de diseños feos que tengo a medio hacer y lo linda que es mi novia otra vez. Así es como se lleva un negocio en 2023, por lo visto: hablas de tu vida privada en espacios públicos hasta que te encuentra un señor y te ofrece trabajo.
Consejo no solicitado: cuida tu presencia online. Para mi ya es demasiado tarde.
El networking síncrono
Es curioso la de piruetas que tuvo que hacer el señor para encontrarme, teniendo en cuenta que nos sentamos a 10 metros el uno del otro en un sitio pensado casi específicamente para gente que quiere conectar with each other, así que estuvo bastante chupis que una ilustra miembra de esta nuestra comunidad organizase un pequeño meetup para contar quiénes somos, qué hacemos y qué buscamos en 45 segundos.
En el pasado, mi socio Carlos y yo encontramos el mismo problema en las comunidades de Google for Startups, que tienen campus físicos en algunas ciudades (Madrid, Tokio, Sao Paulo…): a) nadie se conocía y b) la mitad de la gente eran ingenieros/as, ergo nunca jamás iban a iniciar una conversación con un/a desconocido/a). Para solucionarlo les hicimos un directorio donde podías ver qué hacía quién y dónde.
El meetup de Patri estuvo bastante bien; molaría hacer algo así una vez al mes, como los dailies de Tetuan Valley. Monday tiene sus propios desayunos donde vas y te presentas, pero fui al primero y me sentí súper incómodo porque a) no conocía absolutamente a nadie y b) hasta que empiezan las presentaciones te tiras 20 minutos de pie en una esquina con un café y cara de “háblame, porfa, que soy nuevo” (la vida del introvert, qué os voy a contar)
El poliamor del freelance
Como yo soy muy moderna, me subí al carro del poliamor. Laboralmente, digo. Normalmente tengo varios clientes, pero hay uno con el que llevo un tiempo largo colaborando porque nos llevamos muy bien y hacemos cosas muy finas juntos. No me escondo: quiero a unos [clientes] más que a otros.
Hace un tiempo que el CTO3 abrió el melón de las microinteracciones4 (sí amigas, hay ingenieros que se preocupan por estas cosas) y esta semana, por primera vez, hemos empezado a trabajar en ello:
Hemos sacado una nueva funcionalidad en la que usamos inteligencia artificial para ayudar al usuario/a a hacer cosas (es todo lo que puedo decir), y queremos que el botón que activa esa funcionalidad llame la atención (pero no mucho), así que vamos a hacer que se mueva un poquito.
Lo que ves ahí arriba es un work in progress hecho con Keyshape, que es el After Effects para tontos; vale unos 30€, si no recuerdo mal, y puedes exportar las animaciones a SVG, CSS, webp o Lottie.
Un barco centenario
El finde fuimos a Benalmádena (otra vez) con la mejor pintora viva5 de Andalucía a comer en el Malapesquera y dar un paseito por el puerto (del Malapesquera te hablo en las recomendaciones)
Puerto Marina es un lugar un poco… especial. Los edificios diseñados por Eduardo Oria (abajo), que tratan de aglutinar varios estilos arquitectónicos, cobijan una serie de comercios posicionados estratégicamente para sacarle las perras a los guiris; también deambulan por allí diversos señores que te intentan vender a toda costa un paseo en barco – lo que sería un irónico preludio a nuestro inminente viaje a Marruecos6
Al final del puerto está varado el Willow, un barco norteamericano del año mil novecientos y pico (sí, parece más viejo) que antaño surcase el Mississippi y, más recientemente, sirviese de pizzería y posteriormente fumadero de crack7 para (algunos de) los locales. Sabe Dios las razones por las que los actuales dueños compraron este mamotreto (no podemos negar que tiene un encanto singular), como también sabrá las razones por las que dejaron que se pudriese el casco hasta acabar (semi)hundiéndose; estas, por otra parte, sí que las podemos inferir los mortales: bien no tienen el dinero para arreglarlo, bien lo tienen pero no se lo quieren gastar.
Es una lástima, porque rezuma el carácter inconfundible de algunas zonas8 de USA que la tele yanki nos vendió a todas sus colonias, pero su lamentable estado de conservación crea un mosaico de imágenes y sensaciones único que me persigue desde aquel día: madera podrida, metal corroído, pintura que se cae a pedazos y la intuición de que en cualquier momento va a colapsar.
Merece la pena acercarse a verlo en persona, por extraño que suene.
Por la tarde estuve con estos pibones (abajo) y el padre de Julia nos regaló unos ágaves (más abajo), lo que nos convierte en amigos para siempre (no sé si esto lo sabe él, pero funciona así, yo no pongo las reglas)
Cerrando por today
Esta semana hemos terminado de preparar el viaje a Marruecos en lo que será la salida de casa más caótica de nuestras vidas; este boletín lo escribo desde el tren Marrakech-Tánger sentado al lado de unas señoras que van leyendo el Corán mientras Olga maldice en voz baja la calidad del aire y revisa las fotos de uno de nuestros últimos viajes (Burdeos) como coping mechanism.
La semana que viene te lo cuento, y si tengo tiempo y ganas, igual hasta hago una crónica sonora y todo.
Recomendaciones
El restaurante
¡Ve al Malapesquera a comer pescado!
El disco
Esta semana he estado escuchando casi exclusivamente Bad Omens, pero por fin llegó mi regalo de cumple, que es un disco de Delta Sleep que nos gusta mucho, así que te lo dejo por aquí a ver si tú también te haces fan (ojo a la pista 4):
El juego
El domingo estuvimos Olga y yo jugando al Hitman (2016), un juego donde te pones en la piel de un señor calvo que se disfraza y mata a gente. Olga se hizo las dos misiones de tutorial (el ladrón de guante blanco en el yate y el espía ruso en el aeródromo colombiano), y yo me hice la primera de la historia (la pareja de espías mafiosos en el palacete francés), que solo me llevó dos horas y tres o cuatro litros de sudor y lágrimas (ratio 1:3)
Lo jugamos en directo en mi canal de Twitch, por cierto.
Esto no sé cómo se conjuga.
Esto tampoco.
Eso significa “jefecillo de los que programan”, por si no estás familiarizada con la industria de la gente que trabaja en pijama
Y esto son pequeñas animaciones en iconos y otros elementos pequeñitos de una interfaz
Ranking de elaboración propia.
Estoy escribiendo esto en el tren que va de Marrakech a Tanger, que tarda casi 6 horas (si este es tu primer ivoletter: sale a semana vencida)
Estarás de acuerdo conmigo en que en el imaginario del europeo medio es lo mismo San Luis que Nueva Orleans que Montana; no me avergüenza reconocer que solo se poner una de esas dos ciudades en el mapa porque hace un mes trabajé con unos señores de allí.
Por si le surge a alguien más curiosidad sobre el barco, este episodio de Urbex creo que se las podrá saciar
https://youtu.be/o8_r-IPov6A
También podrían hablar con mi padre, que se metió alguna que otra juerga allí cuando aún estaba a flote*